domingo, 19 de enero de 2014

Una ciudad que mira al mar

La etapa de esplendor que Cádiz vivió en los siglos XVII y XVIII confirió a la ciudad de un nuevo aspecto, caracterizado por la elevación de las torres miradores, encargadas de vigilar el tráfico marino de la Bahía

Desde su fundación hace 3000 años por los fenicios, la ciudad de Cádiz ha vivido volcada al mar y al comercio marítimo. Situada en un enclave privilegiado, entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, Gades se convirtió en la segunda ciudad más poblada de toda la civilización romana. Tras la caída del Imperio Romano de occidente, la urbe vivió un largo periodo de declive, que se prolongó hasta el descubrimiento del Nuevo Mundo. El comercio con América devolvió a Cádiz el esplendor del que gozó en la antigüedad. 


Vista de Cádiz desde lo alto de la Torre Tavira


La importancia comercial, militar y estratégica de la ciudad también dio algunos quebraderos de cabeza a los gaditanos de la época, que tuvieron que soportar varios asaltos y saqueos, como el comandado por Francis Drake en 1587 o el asalto anglo-holandés de 1596. La persistencia de estos ataques llevaron a la construcción de murallas y baluartes militares para la defensa de la ciudad durante el siglo XVII. Sin embargo, la fortificación de Cádiz no le impidió convertirse en una de las ciudades con mayor trasiego comercial de España. Una actividad mercantil principalmente volcada al mar y que alcanzaría su culmen en el siglo XVIII.

Ya anteriormente, había vivido Cádiz un cierto aumento del comercio náutico. Tras la reconquista a los musulmanes por Alfonso X, la corona apoyó la recuperación mercantil de Cádiz. Se le concedieron a la ciudad una serie de privilegios, como la posibilidad de celebración de una feria durante un mes al año o la posibilidad de que los mercadores pudieran vender sus mercancías un tercio más baratas. Cádiz se convirtió en estos tiempos en el principal núcleo comercial con el norte de África, siéndolo otorgado el monopolio del comercio africano en 1493 por los Reyes Católicos. Un año antes se había descubierto el continente americano, hecho que abrió más posibilidades a la actividad mercantil gaditana.

La posibilidad del comercio con el Nuevo Mundo produjo varias disputas entre Cádiz y Sevilla. De este enfrentamiento salió vencedora Sevilla, a la que se le otorgó el monopolio del comercio con América, instituyéndose en la ciudad hispalense la Casa de la Contratación en 1503. Pese a ello, Cádiz no quedó del todo marginada en el comercio americano, y fue lugar de salida y de llegada de bastantes barcos con destino o procedentes de la India. Durante el siglo XVII la ciudad gaditana experimentó un cierto aumento. Un claro ejemplo de este crecimiento estuvo en el incremento de la población, que pasó de 2000 habitantes en 1605 a 20000 a principios del siglo XVIII, llegando a alcanzar los 70000 a principios del XIX. Todo esto sin contar con la población flotante y no censada.


Grabado del muelle de Cádiz en el siglo XVIII
Fuente: http://curvapraxiteliana.blogspot.com.es

La dificultad de la navegación hasta Sevilla por el Guadalquivir, por las malas condiciones que imponía la barra de Sanlúcar, una acumulación de fango y lodo que el río arrastraba hasta su desembocadura, hizo que cada vez más barcos atracasen en Cádiz. Finalmente, en 1717 el rey Felipe V trasladó la Casa de la Contratación, y con ella el monopolio del comercio americano, a Cádiz, que viviría una época de esplendor a lo largo del siglo XVIII.

Las casas-palacio de los mercaderes

La continua llegada de barcos mercantes a la ciudad repercutió de manera directa en el urbanismo y en la arquitectura gaditana desde finales del siglo XVII y, sobre todo, durante el siglo XVIII. Como ya se ha señalado anteriormente, el crecimiento demográfico de la llamada ‘tacita de plata’ fue enorme durante estos siglos. En este tiempo se instalaron en Cádiz numerosos comerciantes venidos desde distintos lugares del mundo, que dieron una nueva fisionomía urbana a la localidad. Los mercaderes levantaron grandes casas-palacio de estilo barroco, que dieron un toque distinguido a la ciudad. El principal material utilizada era la piedra ostionera, muy común en Cádiz, aunque también se generalizó el uso del mármol para las fachadas.

Estas edificaciones siguieron patrones similares, que servían para favorecer la actividad comercial. En el subsuelo se encontraba un aljibe, que servía para almacenar el agua de lluvia, que llegaba desde la azotea través de unos canalones. En la planta baja, se ubicaba el patio y, junto a él, una serie de despachos y oficinas para las actividades mercantiles y burocráticas. En la primera planta residían el comerciante y su familia. Era la zona más lujosa de la casa, en la que se utilizaban materiales nobles exportados desde América, como la caoba. La segunda planta, mucho más modesta, estaba destinada para el servicio. En la azotea se combinaban actividades lúdicas, como los juegos de los niños, con otros trabajos de la casa, como es el lavar y tender la ropa. Sobre la azotea se levantaba un último cuerpo: la torre-mirador, uno de los elementos arquitectónicos más característicos y particulares de la ciudad de Cádiz.

La Casa de las cadenas, antigua casa palacio del Almirante D. Diego de Barrios
Fuente: http://laciudad.cadiz.es/detallemonumentos.asp?id=433&tp=Casa%20Palacio

Raro era el comerciante residente en Cádiz que no levantase una torre vigía en lo alto de su vivienda. La razón principal de su construcción era la de observar el tráfico marítimo, ver cuando llegaban o salían sus barcos, y también contemplar a los de la competencia o posibles amenazas, tanto naves enemigas como inclemencias del tiempo. En lo alto de las torres se colocaban distintas banderas, que se utilizaban para la comunicación con los barcos.

Se tienen referencias de la construcción de torres miradores a finales del siglo XVII, aunque éstas, al igual que el comercio gaditano, alcanzarían su máximo esplendor a lo largo del siglo XVIII.

En la maqueta de Cádiz mandada a construir por Carlos III en el siglo XVIII, conservada en el Museo de las Cortes de Cádiz, situado justo al lado del lugar donde se redactó y aprobó la Constitución de 1812, el Oratorio de San Felipe Neri, se pueden contar hasta 160 torres, dando un toque distinto y único a la ciudad de Cádiz. En la actualidad, aún persisten 129, la mayoría en el centro y la zona noreste del casco histórico de la ciudad, la más cercana al puerto. Gran parte de las torres miradores presentan un buen estado de conservación, desgraciadamente, muchas de ellas no han mantenido su decoración original. El material más utilizado en la construcción de estas torres fue el ladrillo, pues la piedra ostionera es demasiado pesada y sobrecargaría en exceso al peso del edificio.


Maqueta de Cádiz del siglo XVIII
Fuente: http://es.wikipedia.org/

Se distinguen cuatro tipos distintos de torres miradores: las torres de terraza, las torres de sillón, las torres de garita y las torres mixtas, que mezcla elementos de las torres de sillón y de garita.

Las torres de terraza

Este tipo de torres se caracterizan por tener una planta cuadrada o rectangular y la azotea plana, pudiendo ser de uno o más pisos. Encontramos un claro ejemplo de esta tipología en la denominada `Casa del Almirante´ en la plaza de San Martín, en el gaditano barrio del Pópulo, el más antiguo de la ciudad. Levantadas en 1865 por Diego Barrios, son las más antiguas de las que aún se conservan. Estos miradores se levantan en lo alto de este edificio, cuya majestuosa portada es un claro ejemplo del esplendor de las casas palaciegas de estos siglos. Como particularidad, es de los pocos edificios que cuentan con dos torres miradores, ambas idénticas, de planta cuadrada, un solo piso, con un balcón y decoradas con pilastras.


En primer término, la torre de terraza situada en el 27 de la calle aNCHA
Fuente: http://www.pueblos-espana.org//

Otro ejemplo de torres de terraza se sitúa en una de las principales calles comerciales del centro de Cádiz, la calle Ancha, dónde en el número 27 se alza una preciosa torre pintada de color azul. Asimismo, la torre situada en el número 10 de la calle Valverde, que presenta una decoración muy curiosa: unas imágenes que parecen ser lámparas colgadas de un techo en el primer cuerpo y unas formas geométricas de colores granate y blanco en el segundo. También la célebre Torre Tavira, de la que hablaremos posteriormente, pertenece a este modelo de torre.

Las torres de sillón

Las torres de sillón presentan también una planta cuadrada o rectangular, pero en su último piso se eleva un último cuerpo que ocupa normalmente la mitad de la planta, logrando así una mayor altura sin que esto incida excesivamente en el peso de la construcción. Dentro de esta tipología, existen distintos tipos de nexos entre el último cuerpo y la torre, habitualmente a través de muros.

En los números 15 y 16 de la Calle Libertad, junto al mercado de abastos, se alzan dos majestuosas torres de tipo de sillón, prácticamente idénticas, que parecen mirarse frente a frente. De dos pisos, el último cuerpo se une al resto de la estructura a través de muros mixtilíneos. En otros casos, como en la torre que hallamos en el número 2 duplicado de la cercana calle Columela, la unión de ambos cuerpos no se hace de forma tan armónica al no existir ningún nexo.


Dos torres de sillón en la calle Libertad, frente al mercado de abastos
Los torres con garita

El tipo de garita es el más común, las torres más frecuentes de encontrar en el cielo gaditano. Al igual que las demás, son de planta cuadrada o rectangular, y suelen tener uno o más pisos. Estas torres se caracterizan porque en su azotea se levanta una garita, un pequeño cuerpo poligonal normalmente acabado con una cúpula, aunque también puede ser cuadrada, como la que se encuentra en el número 18 de la Calle Ahumada. La función de la garita era resguardar en los días de fuerte lluvia al vigía, que podía otear el horizonte a través de pequeños óculos, dentro de los cuales se introducía un telescopio. Esto se ve muy claramente en la torre mirador situada en la calle Alcalá Galiano, cercana a la Plaza Libertad. En la garita dicha torre, en la que persiste la una decoración bastante curiosa con una serie de estrellas pintadas en rojas, se aprecia perfectamente varios óculos, a través de los cuales el vigilante podía observar todo el movimiento marítimo de la bahía gaditana.


La casa de las cinco torres, situadas frente al monumento a las Cortes de 1812
Fuente: http://turismo.cadiz.es/
Podemos encontrar numerosas torres de este modelo a lo largo de toda la ciudad, pero reseñable es la “aglomeración” que se produce entre la Plaza de España, la Plaza Argüelles y la calle Manuel Rancés. Si se observa a la Plaza de España desde el frente, sobresale el enorme monumento erigido en 1912 para conmemorar el primer centenario de la aprobación de la Constitución de 1812. Pero justo detrás de este colosal monumento, se elevan cinco torres que llaman la atención de viandante al momento. Se trata de la conocida como ´Casa de las cinco torres´, aunque en realidad son cinco bloques distintos, con una torre-mirador cada uno. Y, efectivamente, desde cierta distancia parece que pertenecen al mismo conjunto, pues los cinco miradores son prácticamente idénticos. Sólo la que se levanta sobre el número 5, haciendo esquina con la calle Fermín Salvochea, presenta una distinción clara: una pilastra de color rojizo y una planta poligonal, que es díficil apreciar desde la calle. Si uno se acerca un poco más al edificio ya se distinguen claramente los cinco portales diferentes. Estas torres, presentan una misma decoración, a base de pináculos, y una misma cúpula, situada siempre en el mismo lugar, el centro de la azotea. Aunque algunas presentan un mejor aspecto que otras, pues algunas parecen recién pintadas, mientras que otras no.

Junto a estos edificios, entre la cercana Plaza de Argüelles y la calle Manuel Rancés, se hallan una serie de cuatro edificios, que igual que en el caso anterior, parecen pertenecer a un mismo bloque. Es la conocida como `Casa de las cuatro torres´. Sus cuatro torres-vigía son, al igual que en el edificio anterior, bastante similares entre sí y conservan parte de su decoración, con pilastras y dibujos en pintura roja. También son idénticas, en estas torres, las garitas, que se sitúan en uno de los lados de la azotea, y que están decorada siguiendo el mismo estilo de la torre y rematadas con un pináculo.

Hay muchas más torres que forman parte de esta tipología. Especialmente reseñable es el caso de la Calle San Miguel, calle aledaña a la Torre Tavira, donde se localizan hasta seis torres, tres de ellas de garita.

Una de las torres de la conocida casa de las cuatro torres
Las torres mixtas

Por último, las torres mixtas son torres de sillón en las que en lo alto del cuerpo suplementario propio de estas torres, se levanta una garita. Actualmente, sólo perdura una torre de este tipo en el número 12 de la calle José del Toro, que, aunque ha conservado algo de su decoración original, parece un poco dejada. Anteriormente, se conservaba otra torre de estas características, pero cuya garita fue “mutilada” en una reforma hace varios años. Dicha torre, siendo ahora del tipo de sillón, se sitúa en la Plaza Topete, siendo fácilmente visible desde Libertad (justo al lado de las dos torres de sillón señaladas páginas atrás).

Es imposible pasear por Cádiz sin toparte con alguna de estas torres, aunque intentar localizarlas a todas desde la calle puede resultar frustrante. Las callejuelas estrechas de la ciudad impiden una visión completa del esplendor que exhiben las atalayas gaditanas. De esta manera, torres que desde el suelo parecen de terraza, esconden una garita en una de sus esquinas o resultan ser de sillón. Esta situación se manifiesta claramente en la calle José del Toro, una céntrica calle muy estrecha y cuesta abajo, desde donde resulta muy complicada vislumbrar las siete torres que allí se encuentran. Una de ellas es conocida por los gaditanos con el sugerente nombre de ´la bella escondida´, ya que es imposible verla desde ninguna calle, hay que subirse a un lugar alto para poder apreciar su belleza. Además, esta torre presenta una particularidad que le hace única: su planta no es cuadrada o rectangular como la de las demás torres, sino octogonal.


La Bella escondida
Fuente: http://blogs.grupojoly.com/con-la-venia

Para poder observar las torres-vigía gaditanas en todo su esplendor lo mejor es buscarse un sitio alto. Y no hay mejor sitio para hacerlo que en la torre mirador más alta y más conocida de todas, la Torre Tavira.

La reina de las torres gaditanas

La Torre Tavira forma parte del Palacio de los Marqueses de Recaño, construido hacia el año de 1730, y está considerada como un Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento por la Junta de Andalucía. Está situada en pleno centro y en el punto más alto de Cádiz, levantándose 45,53 metros sobre el nivel del mar. La torre debe su nombre a su primer vigía, el teniente de fragata Don Antonio Tavira.

Al ser la torre mirador más alta, fue elegida como torre vigía oficial del puerto gaditano en el año 1778. Su magnífica situación le permitía controlar todo el flujo de barcos que venían y salían del muelle. La atalaya se eleva dos pisos por encima del edificio principal, es de tipo terraza, presenta una planta cuadrangular y ha conservado algo de la pintura roja de su decoración primitiva.
La Torre Tavira se comunicaba a través de un sistema de banderas, con otras dos atalayas de la zona: con la de Torre Gorda, localizada entre San Fernando y Cádiz, y la Torre Alta en San Fernando.   


Imagen de la Torre Tavira
Fuente: http://www.fotonostra.com/

Lo primero que el visitante puede apreciar al acercarse al edificio es una curiosa pancarta de protesta bajo el lema de “101 maneras de subir a la Torre Tavira sin ascensor”. La pancarta en cuestión se refiere a la opción 74, “trepar por la trenza de Rapunzel”, una trenza que sube hasta el segundo balcón del edificio. La iniciativa es comprensible en la medida que facilitaría su acceso a todas las personas, pues no todo el mundo puede subir los 173 escalones hasta el mirador de la torre. Sin embargo, quedaría por ver como una obra sí afectaría a un edificio que, como se ha reseñado anteriormente, está declarado como un Bien de Interés Cultural. Ya dentro del edificio, los trabajadores continúan esa labor de concienciación pidiendo firmas a favor de su causa a los visitantes de la torre.

Perdida ya la función de vigía, la Torre Tavira se mantiene un punto de interés turístico muy importante en una ciudad que vive mayoritariamente del sector servicios. En la penúltima planta, se encuentra una cámara oscura, la primera que hubo en España, como señalan los operarios. En ella, a través de un sistema de lentes, se muestra y explica brevemente en 360º los distintos puntos y monumentos (incluidas las torres miradores) de la ciudad en tiempo real. Incluso, permite “jugar” con los viandantes de la cercana Plaza Libertad, a los que el operario puede coger con su mano o hacer que suban por un papel en blanco.


Curiosa protesta en la Torre Tavira

A medida que vas subiendo por los 173 escalones, en los rellanos de las escaleras se parecían diferentes cuadros y alguna que otra carta de gaditanos ilustres en relación a la atalaya. Asimismo, en las diferentes salas que se encuentran entre el edificio principal y la azotea de la torre, aparecen expuestos diferentes mapas y paneles expositivos sobre la propia torre, las demás torres miradores el negocio con América en los siglos XVII y XVIII e, incluso, sobre la Constitución de 1812, La Pepa para los gaditanos. Además de una bella reliquia: el catalejo original del vigía. Ya en lo más alto, se puede apreciar en gran parte la ciudad de Cádiz y puede reparar uno en la cantidad de torres que encierra entre sus angostas calles y que cuesta mucho verlas desde la calle.

El final de las Torres

En el año 1765 se decretó el fin del monopolio gaditano en lo referente al comercio americano, como primer paso hacia el librecambismo en el comercio indiano, que sería libre para cualquier puerto español en 1778. Pese a ello, el comercio gaditano siguió siendo el más importante en este tipo de actividad, por su posición privilegiada y por la raigambre mercante de la ciudad. El principio del fin de las torres vendría a finales de siglo, en 1792, cuando el municipio prohibió la construcción de torres miradores por el peligro de posibles derrumbamientos. En el siglo XIX, algunas de estas torres sufrieron una serie remodelaciones para adaptarlas a los nuevos tiempos, una vez que perdieron su función principal, tras la apertura del comercio con América a países extranjeros y la independencia de las colonias españolas. Así, se colocaron cristales y nuevos acabados en las antiguas garitas, como por ejemplo, en los números 11 y 18 de la Plaza Mina o en el número 14 de la Plaza de San Antonio.

Fuentes:

Torres Miradores de Cádiz, editado por la cámara oscura de la Torre Tavira en 2012.

-      Sierra Fernández, Juan Alonso de la; Las Torres Mirador de Cádiz; 2012.
-    
      García de Cortázar, Fernando; “La ciudad de la utopía”. La Aventura de la Historia; Nº 159 (pp 54-59).

-      “Historia de la torres miradores de Cádiz” (pdf de la Torre Tavira): http://www.torretavira.com/es/pdf/torres_mirador.pdf
-          
         “El siglo dorado de Cádiz, el siglo XVIII”: http://www.todoababor.es/articulos/cadiz.htm
-          
      “Las Torres-Miradores. Lugares desde donde Cádiz mira con nostalgia a su bahía”: http://euskadiz.blogspot.com.es/2013/05/las-torres-miradores-lugares-desde.html
-          
      “Todo lo que la bella torre esconde” en el Diario de Cádiz: http://www.diariodecadiz.es/article/cadiz/808273/todo/lo/la/bella/torre/esconde.html
-          
      Página web de la Torre Tavira: http://www.torretavira.com/home.php
-        
           Página web del Ayuntamiento de Cádiz (dentro del apartado de “cultura” y el subapartado de “monumentos”): http://laciudad.cadiz.es/resultadomonumentos.asp
-          
      Distintos apartados de la enciclopedia virtual “Cadizpedia”: http://cadizpedia.wikanda.es
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          Google Maps: https://maps.google.es/

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